SIDA ¿El Inicio del Final del SIDA?

Actualmente somos poseedores de un extraordinario optimismo ante la respuesta al virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Una serie de avances científicos, incluyendo numerosos ensayos que muestran la parcial eficacia de la quimioprofilaxis oral y tópica. y la primera evidencia de efectividad en un candidato a la vacuna contra VIH,

tienen el potencial de ampliar notablemente las herramientas preventivas disponibles. Hay evidencia de la primera cura para una persona infectada con VIH. Y lo más importante, el descubrimiento de que la terapia antirretroviral temprana puede tanto mejorar los resultados individuales de cada paciente, así como reducir el riesgo de transmisión de VIH a sus parejas sexuales hasta en un 96%, lo que ha llevado a  muchos a afirmar lo que por tanto tiempo había parecido imposible: el control de la pandemia de VIH puede llevarse cabo.


Para lograr lo que Hillary Rodham Clinton, llamó en una dirección del 2011 “Una generación libre de SIDA” es de vital importancia expandir el acceso hacia una cobertura de servicios preventivos y terapéuticos de alta calidad adaptados a la poblaciones afectadas, con la finalidad de conservar al paciente infectado lo más sano posible, así como reducir dramáticamente la incidencia de infecciones por VIH. Los esfuerzos de investigación sobre vacunas contra VIH pudieran ser la clave, dicho campo se ha fortalecido con los  descubrimientos del ensayo RV144 en donde  la vacuna en cuestión proveyó de protección moderada contra la adquisición de VIH en poblaciones selectas. Un enfoque combinado hacia la prevención que incluya tratamiento puede generar ganancias tremendas a corto plazo reduciendo nuevas infecciones,sin embargo el fin de la epidemia de SIDA podría requerir una vacuna, una cura o ambas.


Las oportunidades científicas y el optimismo en la investigación de VIH en este momento no han sido alcanzadas, sin embargo, por los recursos disponibles. Esta falta de fondos es el mayor punto de divergencia entre el optimismo y el pesimismo. Gracias al Plan de Emergencia para la Cura de SIDA Presidencial (PEPFAR, por sus siglas en inglés) el fondo mundial de la lucha contra el SIDA, Tuberculosis y Malaria, así como otros donadores, el tratamiento del VIH se ha convertido en una realidad para más de 6 millones de adultos y niños en países en desarrollo. Sin embargo, aún en el 2012, menos de la mitad de los pacientes con VIH que necesitan tratamiento lo están recibiendo, y dándose cuenta de los beneficios preventivos de la iniciación de terapia temprana se requiere que más millones de pacientes reciban terapia en los años siguientes.


Creemos que el rendimiento de la inversión en la investigación del VIH y su atención no son compatibles con la medicina moderna. Por otra parte, los beneficios secundarios sobre el cuidado del VIH incluyen reducción de la tuberculosis, y la mortalidad materna e infantil, la expansión de la capacidad de centros de salud, el incremento en las tasas de retención escolar y la participación de la fuerza laboral para apoyar la salud general de la comunidad. Modelos económicos comprensivos predicen que haciendo las inversiones necesarias en esfuerzos relacionados con el VIH podría resultar en importantes ahorros económicos a largo plazo, sería un extraordinario fracaso de la voluntad y de la conciencia mundial si las restricciones financieras y las falsas dicotomías truncaran nuestra capacidad para iniciar el final del SIDA justo cuando la ciencia está demostrando que esta meta es posible.


“La cascada de atención”- que implica el diagnóstico y la vinculación hacia la retención y/o reintegración a la atención- está fracturada en los Estados Unidos y en muchos otros países. Lo cual implica una necesidad urgente de reparación. En nuestra búsqueda de prevención no debemos abandonar el compromiso de ser pioneros  en nuevos enfoques de tratamiento. Esto también debe dirigirse a la población de edad avanzada y a aquellos con hepatitis C, para quienes los tratamientos revolucionarios están en el horizonte. Todos los países, incluyendo el nuestro, deben desarrollar rutas más efectivas para llegar a las poblaciones afectadas clave y para aplicar las herramientas que ya sabemos manejar, si queremos realizar avances significativos.


Los elementos base de estrategia van sin duda de la mano: primero, con el uso estratégico de recursos ya existentes, incluyendo recursos para la investigación acelerada en prevención, vacunas anti VIH,  y una cura; segundo, incrementos marcados en tamizaje de VIH, asesoramiento, y vínculos hacia la retención en servicios y atención; tercero, la erradicación de la transmisión materno-fetal de VIH y preservación de la salud materna, una meta muy dentro de la  posibilidad con el conocimiento existente; y finalmente, extender el acceso hacia los servicios de prevención y tratamiento antirretroviral a  todo aquél que lo necesite- que requerirá finalizar con estigmas, discriminación, sanciones legales, y abuso a los derechos humanos a personas en riesgo o ya infectadas con VIH. La marcada extensión de programas de tratamiento de alta calidad, tomando nuevas herramientas de prevención a escala, y la maximización del potencial de terapias antirretrovirales para la prevención podría resultar difícil y costoso, pero la falla en la capitalización de los avances científicos en este período crítico podría resultar devastador. En un futuro  se ve un número cada vez mayor de gente recibiendo o necesitando terapia por el aumento en la transmisión de VIH, y mayor tendencia a sistemas de salud sobrecargados que no serán sustentables.


La respuesta hacia el VIH, tal vez mayor a los esfuerzos contra cualquier otra epidemia, encapsula lo que puede ser logrado cuando los científicos, marcadores políticos, el sector privado, y la comunidad se mueven hacia una meta común. Impulsándonos hasta el punto donde podemos decir que el final del SIDA es nada menos que notable.  Aún así, la parte más importante de la historia está por escribirse.

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